A lo largo de la historia, los juguetes sexuales han sido tan antiguos como la propia humanidad, aunque su existencia ha estado rodeada de misterio y, a veces, hasta de tabúes. No es extraño encontrarse con anuncios modernos de consoladores o bolas chinas, pero la historia de estos artefactos es mucho más fascinante y antigua de lo que imaginamos. Desde la Prehistoria, donde se utilizaron herramientas de piedra y hueso, hasta los sofisticados vibradores de hoy, estos objetos han estado presentes, no solo como instrumentos de placer, sino también como símbolos de rituales y creencias.
Uno de los hallazgos más sorprendentes fue el “bastón perforado” encontrado en excavaciones prehistóricas. A menudo considerado un artefacto de arte mueble, el arqueólogo Timothy Taylor sugirió en su libro La prehistoria del sexo (1996) que estos objetos, con su tamaño y forma tan peculiar, podrían haber tenido un propósito mucho más directo. Con el paso de los siglos, este tipo de artefactos tomaron formas más definidas y se utilizaban no solo para la satisfacción sexual, sino también en rituales religiosos, como los relacionados con la desfloración en la Edad de Hielo y en el Imperio Romano, e incluso en ceremonias hindúes de veneración al dios Shiva en Pakistán hacia el 4000 a.C.

A medida que la civilización avanzaba, el uso de estos objetos también lo hacía. En el antiguo Egipto, se documentaron representaciones gráficas de consoladores utilizados por la élite. Sin embargo, fue en la antigua Grecia donde estos juguetes se consolidaron como herramientas reconocidas, fabricadas con materiales como cuero relleno de lana, aceite de oliva para lubricación, y el nombre que todavía usamos: “juguetes”. Obras literarias como Lisístrata de Aristófanes mencionan explícitamente estos aparatos, dejando claro que, en la Grecia clásica, no solo se utilizaban con fines eróticos, sino también para empoderar a las mujeres en sus propias reivindicaciones sexuales. 
El tiempo pasó, pero el uso de estos artefactos continuó evolucionando. En el Renacimiento, se encontraron dildos en Italia hechos de madera, cuero y piedra, y en Japón, los “dildos Shunga” se convirtieron en una pieza común del arte erótico. No fue sino hasta el siglo XIX que los vibradores hicieron su aparición, inicialmente diseñados para aliviar dolores musculares, pero rápidamente se popularizaron en catálogos de electrodomésticos como productos de “salud femenina”.
Hoy en día, lo que comenzó como simples artefactos de piedra, madera o marfil, se ha convertido en una industria global que sigue evolucionando. Y aunque el camino de estos juguetes sexuales estuvo lleno de sorpresas, su historia revela algo más: un viaje a través de la sexualidad humana, marcada por el deseo, la cultura y, claro, una que otra revolución sexual.